Sergio Fernández
Foto extraída de Diario La Nación on line. |
Vivo en Florianópolis, Estado de Santa
Catarina, Brasil y, por cuestiones laborales, trato habitualmente con turismo
argentino. Debo decir que, sin caer en generalizaciones, abunda un público que
llega con muchos aires de superioridad que ve a los brasileños como macacos
colgados de la palmera y también llegan aquí hablando con brasileñ@s
contándoles los problemas de Argentina: "lo que pasa es que nos cobran un
30% más para darle de comer a los negros que no quieren trabajar"[1]. O comentarios del tipo, "en
Argentina se robaron hasta un PBI"...escucho a diario. Combinan esos
comentarios con acciones del tipo traer el baúl del auto cargado de mercadería
(en este caso también a la suegra) para ahorrarse unos pesos dado que aquí
pagan en reales. Sin mencionar que much@s aseguran que la mercadería en Brasil
es casi de lo peor, porque la cerveza, la carne y hasta la ¡Coca Cola! Es de
peor calidad que en la Argentina. Claro que para esto evaden cuanta legislación
exista respecto al ingreso con alimentos, salubridad, controles aduaneros, etc.
No soy un defensor de la reglamentación a ultranza, al contrario. Creo en la
agencia, las tácticas, las fugas que permiten burlar al poder al menos
momentáneamente, pero no deja de asombrarme la doble moral del gorila[2] sin dinero que
desprecia a su clase y se identifica con una clase a la que no pertenece.
Expresado en sociología popular quiere cagar más alto que el culo. ¿Falsa
conciencia?. Quizá, pero con características especiales de una Argentina que a
lo largo de su desarrollo se pensó muy lejos del resto de "los
latinoamericanos subdesarrollados (que) no podrán jamás ser tan hermosos como
nuestra pura estirpe nacional" (como lo expresara Horacio Fontova en su
tema “Los Argentinos”). Ahora bien, dicho todo esto hay otro aspecto que merece
destacarse. Recomiendo leer rápido la noticia mencionada al comienzo sin
profundizar demasiado y sí detenerse en los comentarios. Comenzando por la multiplicación
de aquellos estereotipos machistas trasladaos al humor clásico asociados a la
suegra y que dan cuenta de lo mucho que aún falta por deconstruir en términos
de luchas anti-patriarcales.
Y al mismo, es alarmante cómo la
sociedad argentina continúa reproduciendo esa lógica que divide la civilización
y la barbarie. Comentarios que desnudan la forma en cada cual se autopercibe y
percibe al otro. Comentarios absolutamente reaccionarios y racistas en los
cuales merecemos detenernos. Creo que entre el gorilaje sin dinero que quiere
cagar más alto que el culo y llega a otro país latinoamericano y es capaz de
exhibir sus aires de superioridad pero que a la vez denuncia la corrupción de
su país, sólo cuando considera que ésta es para mantener negros choriplaneros,[3] (entiéndase el sarcasmo), y entre aquellos comentarios que denostan a la
Argentina diciendo que "no tienen cura porque este país es peronia"[4] da lugar para seguir
pensándonos sociológica y antropológicamente. Especialmente cuando la actitud
de un tipo que encierra a su suegra en al baúl para ahorrarse unas monedas es
tan parecida y lo emparenta a ese común del turismo que llega especialmente a
la zona norte de Florianópolis que reclama ese maldito 30% de impuesto que va a
parar a "las negras pobres para que se embaracen y nos privan de ir a
Brasil"....Insisto en la cuestión social del asunto cuando veo comentarios
que responden a la noticia asegurando que es habitual en el interior de la
Argentina ver familias "con dos críos sobre una moto o viajando una docena
en la caja de una pick-up". Es decir, ni la filmografía más bizarra podría
dar cuenta. Dijo el facho del gorila y del que "seguro es K" y
pertenece a "peronia" y, a su vez, éste a su suegra "métase al
baúl que tengo que ahorrar unos mangos". Al mismo tiempo la esquizofrenia de sentirse más moderno y culto que el resto pero a la vez frustrados por no tener la cura de esa enfermedad llamada peronismo. Más o menos sería algo así como
que nunca seremos un país en serio ¿como los europeos tal vez?. El humor ha
demostrado capacidad para resumir en un simple sketch, muchas de las
reflexiones que a l@s científic@s sociales nos llevan años, tesis, páginas de
libros o el uso del ciberespacio. Diego Capussotto y Pedro Saborido en su producción “¿hasta cuándo?”[5] en pocos minutos
logran sintetizar ésta idea que reúne la frustración por no ser un país en
serio, quienes entorpecen ese desarrollo nacional y los medios de comunicación
con periodistas tomando la pose de indignados que dan voz de un público que
actúa como editorialista.
Para nada se trata de hacer una
denostación del ser argentino como tal. No sólo soy argentino sino que trabajo
con turismo argentino, entre otras nacionalidades. Tampoco es cuestión de ver a
la Argentina como una burbuja que tiene una dinámica propia diferente al resto
del mundo. De hecho, vale decir que aquellos discursos xenófobos de gran parte
de los turistas argentinos (no todos claro y afortunadamente) son bien
recibidos en un presente y un contexto brasileño que alimenta día tras día
prácticas racistas y de odio que crece a un ritmo preocupante. Lo que trato de
reflexionar, de manera simple y algo rudimentaria sin caer en
conceptualizaciones de erudición académica, es sobre una noticia que al
recibirla me llevó a pensar en mi trabajo cotidiano y que me permito tomar como
ejemplo para entender determinadas características de la sociedad argentina. Características que tienen que ver con procesos históricos que de una élite
intelectual y política que ha formado a la nación y al Estado argentino y con una población que se auto percibe como hija
directa de Europa y reconoce en Buenos Aires una ciudad europea en Latinoamérica.
Un país donde “descendemos de los barcos”, dice la creencia popular asociando a
los barcos que traían inmigrantes europeos aunque olvidando que también provenimos
de aquellos otros barcos “menos prestigiosos: los que llegaron de África”[6]. Una vieja creencia que la
propia escuela, en tanto instrumento de formación ideológica, se ha encargado
de instalar
Pero además, detrás de esto, están los
medios de comunicación y un diario como La
Nación que, como la mayoría, se oculta en la libre expresión de sus lectores. Un
periódico nacido en el siglo XIX que además forma parte de la histórica
oligarquía argentina El poder, la hegemonía del sentido común reflejados en el
accionar de los medios de comunicación, la libertad de empresa y el negocio de
la libre expresión popular donde los lectores sirven de editorialistas que
reflejan la línea de un diario capaz de punlicar las peores expresiones de sus seguidores pero decirnos que es libre expresión, democracia. Capitalismo en estado puro, nada propio de un país
pero que ayudan a reflexionar sobre prácticas cotidianas donde hay mucho para
trabajar. Quizás acentuar los estudios en las relaciones de poder y en cómo se
internalizan en nosotros poniendo especial atención en la manera en que las
élites contribuyen a ello. En éste sentido, creo, determinadas acentuaciones en
lo “cultural” de la antropología, no contribuyen demasiado si no se tienen en
cuenta estudios más profundos sobre el poder, el capitalismo y las desigualdades,
además de pensar a la antropología como simple encargada de la diversidad y de
la cultura.
[1] Tras la asunción del nuevo gobierno del Presidente Alberto Fernández quien
asumió su cargo el 10 de diciembre de 2019, se implementó el impuesto País como
parte de la llamada Ley de Soidaridad. Dicho impuesto grava con un
30% la compra de moneda extranjera o las transaccioes hechas en divisas con
tarjeta de crédito o débito. Ese monto, sostiene el Gobierno, servirá como
aporte para asistir a jubilados y beneficiarios de programas sociales.
[2] En Argentina se denomina popularmente gorila a quien
expresa posiciones antiperonistas oponiéndose y cuestionando los aspectos
populares de éste movimiento y calificando a sus seguidores son diferentes
expresiones que lo emparentan con la barbarie. Estas expresiones tienen una
historia muy asociada a la formación de la Argentina y que con la irrupción del
peronismo comenzó a denominarse como gorilas a este tipo de posicionamientos
antipopulares
[3] El término “choriplanero” es utilizado despectivamente para asociar la
antigua idea del choripán que, supuestamente es utilizado como elemento de
práctica clientelar para darle a las personas que asisten a la moviliaciones.
Esa práctica es atribuida por parte de los sectores más reaccionarios a los
movimientos populares, especialmente el peronismo. Aquella idea está relacionada
con una idea más moderna que asegura que las personas que adhieren al peronismo
hoy lo hacen persguiendo un plan social lo que sumado al choripán da como
resultado el término choriplanero. Expresiones
utilizadas para denostar a las poblaciones más pobres supuestamente carentes de
toda formación político y que son arrastrados por esas prácticas clientelares.
[5] Diego Capussoto y Pedro Saborido son dos guionistas y humoristas de radio y
TV argentina. Una de sus producciones radiales ha sido “Hasta Cuándo”
https://www.youtube.com/watch?v=oOv_-dRhuds
[6] El canal educativo Encuentro, de TV argentina realizó una serie de
capítulos basados en el libro “la Histoia de la clase media argentina. Apogeo y
decadencia de una iusión ”, de Ezequiel Adamovsky. Disponible en: https://youtu.be/E0LlSG2l5Xo