jueves, 14 de mayo de 2020

Se vende talento a bajo costo y con descuentos

Un aspecto que merece ser debatido y abordado en profundidad es el del llamado "mercado laboral". Qué pasa con quienes pasamos años, tiempo, dinero, frustraciones, angustias, alegrías que hacen parte de la vida estudiantil y al llegar al final entramos en esa suerte de vacío que se traduce en un ¨¿y ahora qué?". Much@s intentan ganar un lugar durante sus años de estudiantes intentando "adquirir experiencia", o tejer las redes necesarias para cuando, tras la obtención del título, hacerse de un lugar en el mercado laboral. Qué sucede con las becas y su distribución?. La vida universitaria, muchas veces sacralizada, no  merece acaso ser reflexionada e interpelada?. Estas y otras cuestiones también hacen a los usos y destinos del conocimiento. Su lugar político y económico...Y también como mercado. Marina Güemes invita a reflexionar en este artículo publicado en el periódico El Espectador de Colombia acerca del mercado del trabajo para profesionales, las ofertas de empleos y salarios en un mundo en el que, según afirma, "Nuestros años de estudio son papel mojado"

Por Marina Güemes
Hoy estaba mirando ofertas de trabajo, dado que, como muchos jóvenes, nos encontramos en la misión de búsqueda y captura de una oportunidad para entrar en el mundo laboral, cuando he visto un portal ofertas de trabajo para recién graduados más de 500 solicitudes ofreciendo salarios que no llegan ni al mínimo interprofesional.
Entiendo que todo esto es considerado “normal”, habitual, y es algo a lo que estamos acostumbrados desde hace varios años y que, seguramente, después del COVID-19 esto será aún más común.
Nos han enseñado a estar agradecidos por tenernos meses sin cobrar porque “estamos adquiriendo experiencia”, “el nombre de mi empresa en tu CV te va a introducir en el mercado laboral”. Hemos normalizado el hecho de que, después de carrera, máster, certificados de idiomas, cursos y múltiples especializaciones, tengamos que mendigar que nos acepten como pasantes, becarios y que, si tenemos suerte, nos paguen.
Muchos de estos puestos son ofertados por empresas, instituciones y organizaciones, como las agencias de Naciones Unidas, cuyos trabajadores tienen unos salarios cinco veces por encima de la media, pero cuyos “becarios” no cobran. De esta manera solo aquellos privilegiados que pueden permitírselo pueden optar a ello, el resto tiene que ser un “crack” y que alguien con voz lo proclame o estudiar algo “que tenga futuro”.
Recuerdo que cuando éramos pequeños me decían mis padres: “¿Tú qué quieres ser? Haz lo que te apasione, persigue tu sueño” y lo que me he encontrado es: “Haz lo que te dejen, encuentra un trabajo en lo que puedas”; “¿qué es lo que da más dinero? Estudia eso”, o “bueno, aunque no te guste, al menos cobras”. Nuestros años de estudio son papel mojado, los grados, máster, se convierten en polvo en el cajón y año tras año pierden su valor en el mercado.
No obstante, es verdad, aún podemos empezar un proyecto por nuestra cuenta, aventurarnos a emprender, a construir algo, pero no todos son capaces de ello, no todos tienen ese objetivo. Hemos creado un mercado laboral de los mejores, de los mejores expedientes y “de etiqueta”; lo que deja atrás a muchos que piensan diferente, que tienen cualidades óptimas, pero no pueden demostrarlo en dos folios o no pueden permitirse el lujo de ser becarios.
El talento se vende a precios de todo a cien, muchas veces realizando funciones que nada tienen que ver con el puesto, ya que sale más barato un becario que un asistente. Nos están dejando sin sueños, sin pasiones, sin ganas de volar, porque eso no da dinero.
Nos define un papel con nombre de otros, nos volvemos locos por conseguir becas, “internships”, nos hipotecamos para pagar máster para conseguir un puesto en cualquier sitio, aunque sea sin contrato, por 400 euros y si tienes suerte, cotizas. Todo ello me deja con la duda de dónde viven aquellos que publican dichas ofertas, pero tener un techo no suele bajar de los 300 euros en las grandes ciudades. Entiendo que comer está sobrevalorado.
Supongo que tendremos que reinventarnos para sobrevivir, bajar la cabeza y seguir suplicando la limosna para poder “llegar a ser alguien”, no te quejes, no discutas, confórmate, porque al final del día “no sabes la suerte que tienes de poder estar ahí, aunque sea sin cobrar”.

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