Compartimos este artículo escrito por Kajkoj Máximo Ba Tiul publicado en el sitio Debates indígenas sobre el caso del asesinato del líder espiritual Maya Domingo Choc en Guatemala. Un tema que hemos seguido desde "Una Antropología de la Praxis". El autor de este texto es maya, antropólogo y escritor y nos invita a reflexionar sobre los modos en que se ha analizado y descrito el crimen de acuerdo con criterios occidentales de los cuales es necesario despojarse. Al mismo tiempo desafía a las academias y a gran parte del sentido progresismo bien pensante entre los cuales podemos estar también l@s antropólog@s. ¿De qué manera consideramos a las comunidades indígenas?. ¿Sigue presnete un romanticismo folclórico, algo lastimoso que reproduce cánones colonizadores?. Un texto por demás interesante y desfiante que demuestra la acción de grupos de poder colonial, el rol de ONG'S, el accionar narco-criminal y el lugar del Estado.
1º de agosto de 2020
El crimen de Domingo Choc Che demuestra la persistencia de la dominación colonial. El asesinato no puede ser analizado bajo la cosmovisión o las leyes occidentales, sino que debe ser comprendido en el contexto de los Q’eqchi’ y en el pensamiento histórico de la región.
Nuestros pueblos padecen un sistema que ha promovido la desigualdad y la pobreza. Un sistema que tiene al racismo y la discriminación como instrumentos de dominación del colonialismo y el patriarcado. Para desterrarlo debemos transformar nuestras mentalidades, sentimientos, metabolismos y conciencias.
Hace unos días, alguien decía: “La academia debería de estar al servicio de las comunidades”. Mi pregunta es: ¿qué y cuáles comunidades? Las que construimos en los grandes escenarios de eventos internacionales, que se asemejan más al indio folclórico y al indio permitido, o a las que construimos en los comunicados y artículos, que se parecen a los escritos realizados durante la colonia cuando se estigmatizaba al indio como “salvaje y bárbaro”.
Digo esto porque el asesinato de Domingo Choc Che ha generado una serie de opiniones similares a los escritos coloniales, en los que se definían a nuestros abuelos y abuelas como salvajes y no civilizados. Categorías que hasta ahora siguen latentes en todos los espacios, sin importar la ideología, la clase social o el grupo étnico.
El
mundo Q'eqchí. Foto: AEPDI - Defensoría Q'eqchi
Una reflexión no
occidental
Falta mucho para que podamos hacer una
reflexión desde las mismas comunidades. Definir a la comunidad o a los actores
involucrados en dicho acto como un grupo motivado por su fanatismo, ignorancia,
odio, racismo o intolerancia es como que si estuviéramos describiendo el
hecho “entre el indio permitido” y el “indio rebelde”. Es decir
entre los indios ilustrados, que cuando les conviene hacen valer el papel del
Estado como controlador; y aquellos indios que no se han dejado vencer y
dominar, y les pedimos que se comporten bajo la norma cristiana, los derechos
humanos y, peor aún, los supuestos valores y principios de lo que hemos
denominado cosmovisión maya.
¿En dónde quedaron aquellas ideas y
discusiones que planteaban el derecho a la autonomía y a la libre determinación
de los pueblos? ¿Qué sucedió con los debates sobre el orden jurídico maya y sus
propias formas de resolver los problemas? ¿En dónde dejamos nuestras
afirmaciones acerca de que las comunidades tienen su propia forma de ver el
mundo y la vida?
Es triste que a estas alturas, los
escritores, pensadores, analistas y líderes indígenas exijan al Estado colonial
racista que se ocupe e investigue estos hechos, cuando es el mismo Estado el
que los provoca con toda su estructura ideologizante, como la iglesia, la
escuela y los medios de comunicación. No perdamos de vista que la sociedad es
la que reproduce la violencia.
¿Cómo es posible que estemos denunciando
el crimen de Domingo como un acto de “racismo” cuando aún no hemos comprendido
qué es el racismo y quién lo promueve? Posiblemente pudo haber existido discriminación,
pero no fue un hecho llevado a cabo por ignorantes y salvajes. “Yo lo hice
porque mi familia me lo mandó y porque sabíamos que él mató a mi familiar”,
señalaba frente a los medios uno de los detenidos. Esto quiere decir que la
familia jugó un rol importante y tuvo que haber una discusión hasta llegar al
repudiable desenlace. Sin embargo, esto tampoco nos permite criminalizar y
estigmatizar a la comunidad. No hay que hacer análisis apresurados porque en
vez de contribuir a la armonía podemos promover más odio y violencia.
No debemos pronunciarnos desde un
sentimiento “esencialista y culturalista” ni categorizar el hecho desde la
cosmovisión occidental, el derecho occidental y los derechos humanos. El
asesinato tuvo un contexto y solo los comunitarios podrán describir cómo pasó y
por qué. Quienes nos consideramos indígenas debemos ser cautos y cuidadosos en
el análisis. Hasta ahora, las opiniones apuntaron a “salvajizar” a la comunidad
del mismo modo que lo hicieron los colonizadores al describir al Ch’ol Winaq
como “salvaje” cuando en realidad era “el hombre y la mujer” rebelde que no se
dejaba doblegar.
Por eso, me atrevo a dejar esta ideas,
que tal vez podrían ayudar a reflexionar y a ser más objetivos en nuestros
análisis. No solo sobre este hecho puntual, sino por los acontecimientos que
ocurren cotidianamente en la vida de las comunidades indígenas, sobre todo en
las mayas.
Foto: Kajkoj Máximo Ba Tiul
El contexto histórico
del crimen
Guatemala está conmovido por el
asesinato de Domingo Choc en San Luis, Petén. En el pensamiento maya afirmamos,
y en el Q’eqchi particularmente, que todo tiene su loq’al,
es decir, todo en esencia es “sagrado”. A nada ni a nadie se le puede borrar de
la tierra, a nadie se le debe matar, a nadie se le debe destruir su winaqiil o wankilal (su
esencia). Porque entonces vendrá el mu’el (el espíritu) del
Otro y nos estará observando todo el tiempo, ya sea para que caigamos o para
que nos levantemos.
Lo anterior es una enseñanza originaria.
Y muchos de nosotros crecimos bajo esta norma. No se puede atentar en contra de
las personas o los bienes naturales. Por eso, cuando hay problemas, la pregunta
que se manifiesta es: “¿Qué hice en mi vida que ahora me lo están
devolviendo?”. Siempre hay llamadas de atención previas o sueños que nos
anticipan lo que podría pasarnos, si hacemos una acción positiva o negativa.
Igual de doloroso es observar cómo
nuestras comunidades han llegado a situaciones límites. No les importa matar
con tal de ver al otro destruido, o reírse por el sufrimiento y la muerte de
los otros. No sabemos dónde lo aprendieron, cómo se está volviendo poco a poco
una norma o quién nos llevó a estas situaciones en donde la vida ya no vale
nada. Lo más seguro es que haya grupos a los cuales les interesa que estemos
así. Incluso al mismo Estado le conviene que nos involucremos en actos de
barbarie como el linchamiento de Domingo o el asesinato de mujeres en todo el
país.
“Igual de doloroso es
observar cómo nuestras comunidades han llegado a situaciones límites. No les
importa matar con tal de ver al otro destruido, o reírse por el sufrimiento y
la muerte de los otros.”
También llama mucho la atención el papel que
están jugando los centros académicos. Domingo Choc Che, que tenía un papel de
autoridad en la comunidad, desarrollaba junto a la Universidad del Valle unos
estudios para una investigación botánica. Por otro lado, tres estudiantes de esta misma universidad fallecieron,
en 2012, cuando realizaban una expedición por el lago de Izabal
en las instalaciones de la Compañía Guatamalteca de Níquel (CGN) por un
convenio entre ambas entidades. Aquí se necesita de mucha discusión.
Es interesante que nadie apunta al contexto y
al pensamiento histórico de la región. San Luis, Petén, es una región en donde
viven Mopan, Q’eqchi’ y ladinos. Además, desde hace muchos años es escenario de
investigaciones de universidades y organismos internacionales por sus sitios
arqueológicos y sus recursos naturales.
Eso quiere decir que, si la mayoría son
indígenas, hay ciertas normas que rigen a la comunidad. En las comunidades
mayas existen muchas formas de resolver los problemas: la llamada de atención
(que podríamos denominar corrección) o la “expulsión del territorio”. Si la
comunidad le pide a uno que no realice determinada actividad o se opone a que
se comparta ideas con extranjeros, entonces uno tiene que decidir entre
obedecer a la comunidad, dejar la comunidad o atenerse a las normas. Tal vez no
haya sido el caso de Domingo, pero consideramos que tuvo que haber existido una
forma de anticipar los hechos y que se debería de haber tomado en cuenta.
Claro, esto no justifica su muerte, pero de todas formas es condenable.
“La
región ha sido escenario de diferentes tipos de grupos criminales:
narcotraficantes, narco-ganaderos, narco-finqueros, narco-militares y algunas
ONGs vinculadas al narcotráfico. Además, Petén fue uno de los departamentos en
donde tuvieron presencia los Zetas.”
Otro elemento que no hay que perder de vista
es el crimen organizado. La región ha sido escenario de diferentes tipos de
grupos criminales: narcotraficantes, narco-ganaderos, narco-finqueros,
narco-militares y algunas ONGs vinculadas al narcotráfico. Además, Petén fue
uno de los departamentos en donde tuvieron presencia los Zetas, que dejaron una
gran secuela de miedo y terror en la población. Algunos se convirtieron en
“pequeños narcos”, conocidos en el territorio bajo el nombre de los “Qawa
Narcos”.
Por otro lado, no podemos dejar de mencionar
el papel que juega el Estado. Como en todas las regiones del país, el Estado y
el gobierno solo intervienen cuando la situación se les escapa de la mano. No
aparece cuando la población requiere su presencia. Es un Estado que no ha
tomado en serio la situación de los pueblos indígenas, no le importa pero
interviene para poner orden e imponer sus normas desde su papel de colonizador.
Sin embargo si está cuando la “ciudadanía permitida”, le exige que cumpla su
papel, sin profundizar los hechos que acontecen.
Foto: Kajkoj Máximo Ba Tiul
La necesidad de una reflexión maya
Analizando los acontecimientos históricos,
antropológicos y sociológicos del pensamiento maya, es imposible hacer un
análisis y una reflexión maya si no dejamos a un lado nuestra formación
occidental y colonial. En este hecho no hubo ignorancia, racismo, fanatismo ni
rivalidad religiosa. Sí estamos convencidos de que es un hecho repudiable en todo
sentido, pero para poder tipificarlo hay que comprender el contexto histórico
de los Q’eqchi’ y
de los pueblos que habitan en esta región.
“En
este hecho no hubo ignorancia, racismo, fanatismo ni rivalidad religiosa. Para
poder tipificarlo hay que comprender el contexto histórico de los Q’eqchi’ y
de los pueblos que habitan en esta región.”
Hay que profundizar paso por paso el proceso
que terminó con la vida de Domingo Choc. Debemos permitir una objetiva
reflexión y dejar de lado los esencialismos y sentimentalismos maya que nos
llevan a decidir entre el indio permitido y el ch’ol winq. Este hecho nos debe
llevar a leer, entender, aprender, comprender y aprehender mejor los sucesos
que se desarrollan en la comunidades indígenas y no verter ideas que parecen
descolonizadas, pero que en realidad son más colonizadas que otra cosa.
Por último, se debe generar un proceso de
meditación, comprensión y autocrítica porque tal vez hemos querido construir un
panmayanismo, cuando en realidad el pueblo maya también es plural y, por lo
tanto, muchos hechos que acontecen en su interior no necesariamente deben estar
de acuerdo con los parámetros y principios del modelo de pensamiento
occidental.
Kajkoj Máximo Ba Tiul es Maya Poqomchi, antropólogo, escritor e investigador.
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