martes, 8 de enero de 2013

Ex Au 3. Parte IV. “Yo la peleé siempre y ahora también”. El derecho a la Capital Federal.

Las formas de socialización en el barrio están atadas también a la legitimidad de la lucha. Expliqué anteriormente el plano de importancia que ocupa la categoría de lo legal y las representaciones que esto moviliza. Algunas entrevistas con frentistas me han demostrado cierto reconocimiento a los vecinos de la Traza a partir de haberse legalizado. Muchos vecinos propietarios, los más moderados, admiten que mientras no se presenten alteraciones de la convivencia como robos o molestias generales a los vecinos y a sus familias, no tienen ningún problema con “la gente de la Traza”. Reconocen que con el correr del tiempo “muchas familias han peleado por el derecho a la vivienda digna”. Así como también admiten que eso ya era una zona en abandono con muchas casas destruidas y que “la gente las arregló”. Por otra parte, las asambleas de vecinos de la traza se realizan en casas pero para las numerosas, lograron que una escuela pública del barrio de Villa Urquiza, les ceda el espacio. 
                   
El haber arreglado las casas y la consecuente lucha por el espacio, ha despertado cierta legitimidad para los ocupantes de la Traza. Y esa lucha ha entablado una interesante relación con el tiempo. Tras el censo que determinó la división entre beneficiarios y no beneficiarios , el tiempo se convirtió en un elemento clave a la hora de definir identidades sociales en función de haber llegado antes o después al barrio. Norbert Elias (1998) problematiza la cuestión de la antigüedad, ayudándonos a pensar en la formas de cohesión de los grupos y en las interacciones producidas.

Ser o no beneficiarios produjo toda una serie de nuevas configuraciones y nuevos colectivos organizados tras la sanción de la ley. Los no- beneficiarios comenzaron a organizarse en función de una misma identificación que los aúna y los excluye. Pero esa posición legal representa otros imaginarios que tienen más que ver con el tiempo que con los derechos. Hace pocos meses en una de las cuadras más organizadas de la traza presencié una discusión entre dos familias. El motivo tenía que ver con la molestia que sentía una madre cuya hija había sido maltratada por una vecina. Mientras esta madre increpaba a la otra mujer, ésta le dijo: “vos sos nueva acá, no tenés derecho a nada”. El caso era que yo había conocido a esta madre en otra oportunidad. Vivía en un edificio de la traza y fue reubicada en una nueva casa momentáneamente (hasta tanto el Estado no finalice la construcción de viviendas sociales) por tener el beneficio “llave en mano” y no aceptar un subsidio del Gobierno de la Ciudad, a partir de una modificación hecha por la gestión macrista a la ley 324. La relación tiempo y lucha se expresa también en la idea “yo la peleé siempre”. Expresión muy presente en viejos vecinos que se organizaron. “Ahora estos quieren beneficios cuando nunca fueron a una sóla asamblea”. Para adelantar un poco las particularidades del actual proceso de transformación bajo la gestión de Macri, hay que decir que el actual Gobierno realizó modificaciones importantes a la Ley 324. Esto es reemplazar a los créditos por una política de subsidios de $180 mil (a no devolver) y manteniendo las opciones de autoconstrucción y llave en mano. Sumado a esto, se eliminó la categoría de no-beneficiarios permitiéndoles también optar por alguna de las alternativas. Muchas personas actualmente se debaten entre ambas opciones y esto genera nuevas alteridades y conflictos que se están produciendo hoy en día. Actualmente se realizan en la Legislatura algunas sesiones públicas sobre como continuar avanzando sobre el problema de la ex AU3. Pude asistir a algunas de ellas y allí se producen acalorados debates sobre estas modificaciones. En presencia de algunos funcionarios, algunos vecinos de la traza acusan al Gobierno de querer expulsarlos de la Ciudad, de que quienes opten por el dinero no podrán comprar nada en la ciudad. Mientras que otros adoptan la idea de que “Hace 30 años vivimos de regalado y ahora nos pagan…no podemos querer vivir en Recoleta”. Realmente las discusiones toman un fuerte tinte político y algunas posiciones intermedias reclaman un aumento del subsidio. Las categorías beneficiario y no-beneficiarios definidas por la dimensión temporal ya no operan ante la legalidad pero sí hacia el interior del grupo y eso se observa en las audiencias legislativas: “Lo que pasa es que Uds. (por el Gobierno de la Ciudad) aprovechan  porque saben que al que nunca peleó por nada lo compran con dos mangos y no quieren construir viviendas”.
Las historias de las luchas dadas a lo largo del tiempo, que me cuentan algunos vecinos hablan de diferentes tácticas que representan las fugas de los habitantes en su práctica espacial (De Certeau, 2000): “cuando recién ocupamos las casas en el ’83 muchos dejábamos las persianas bajas, dejábamos las casas destrozadas por fuera para que no se note que habíamos entrado y no nos desalojen”. Del mismo modo en la actualidad se producen formas de resistencia que se reactualizan en el espacio:
“nosotros vamos a ver a todas las fuerzas políticas, pedimos audiencias en sus despachos (…) presionamos a los opositores a Macri porque hablan pero hay que ver quien se anima a pelearle al tipo para que no haga negocio con el espacio público y en plena zona norte de la Capital”.

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